miércoles, 22 de febrero de 2012

El Guayrá: atacando las ciudades jesuitas.


Sin rodeos: el malo de nuestra historia se llama Don Antonio Raposo Tavares. Este menda fue un Pizarro de su tiempo: asesino, sin escrúpulos, cruel, valiente, heroico, líder aventurero y mentiroso. Vamos que si hubiese nacido hoy sería ejecutivo de alguna agencia de calificación, lobista en Bruselas o tertuliano de alguna emisora.

Antoñito todo gallardo
Pero no, el joven Antonio nació hidalgo portugués con ganas de fortuna, así que se embarcó a Brasil y vio en los indios guaraníes su El Dorado particular, sin importar lo que ellos pensasen al respecto (coño, si parece un político de los nuestros!)

Eran tiempos difíciles en Brasil. Holanda había invadido Pernambuco y Angola y el tráfico de esclavos estaba jodido. La cámara de comercio de São Paulo vio en los guaraníes del Guayrá los sustitutos perfectos para los esclavos africanos así que nuestro Antoñito formó una Bandeira con otros portugueses, mamelucos (mestizos portugueses e indígenas) y cientos de indios tupíes, enemigos ancestrales de los guaraníes. Durante años asolaron las reducciones indefensas pues los indios no podían usar armas de fuego por orden real y muchos encomenderos españoles veían con buenos ojos que les eliminasen competencia y de paso les vendiesen esclavos ya adiestrados y que hablasen español.


Estos piezas abundaban en crueldad. Los indios eran mera mercancía y como tal era tratada. Si alguien no tenían fuerza para el viaje de regreso, se le mataba y punto. Esto incluye niños, ancianos y mujeres. Sin problemas. Además, de los capturados era raro que llegasen vivos la mitad. Unos hijueputas, vamos.


Los bandeirantes se juntaban en las cabeceras de los ríos que daban al Paraná. Nosotros comenzamos nuestra Ruta de los Exploradores Olvidados en la del río Paranapanema y lo seguiremos hasta caer salvajemente sobre la antigua ciudad española de Villa Rica del Espíritu Santo (actualmente Fênix). 
embalse en la cabecera del Paranapanema
El paseo es exuberante, todo verde entre campos de soja, caña de azúcar, mata nativa y ríos. Las curvas son suaves y Susana las dibuja con perfección.


De  Villa Rica apenas queda nada. Aunque actualmente la están excavando, los muros fueron construidos con un tipo de adobe que no resistió el pasar de los siglos. Pese a ello pudimos recorrer la senda que lleva a ella y disfrutar del Infierno Verde que lo rodea. Hasta tuvimos una sorpresa por el camino!
Parque Estadual de V. R. do E.S, camino a las ruinas
maqueta de lo que fue V. Rica del E.S.

un amiguete. se llama coatí



Muchas de las principales ciudades coloniales están construídas siguiendo una ruta indígena milenaria: el camino del Peabirú. Este unía la costa atlántica y las tribus guaraníes y tupíes con la costa pacífica y los pueblos aymaras e incas. Recorriendo miles de quilómetros, este camino sagrado fue utilizado por españoles y portugueses en la conquista de América. 

El problema es que este tema por sí mismo se merece una REO propia! Así que tendremos que conformarnos con algunas pinceladas sobre el Peabirú y confiar en que mi jefe de me dé más vacaciones (aunque no lo va leer, que sepáis que es un tío estupendo, comprensivo y gran líder).

El pueblo homónimo, Peabirú, está a pocos km de Villa Rica así que allí nos fuimos Susana y yo a preguntarle al cura del pueblo si sabía algo del milenario camino. El tipo no sabía pero a cambio conocía a un paisano del pueblo que parece que le va el rollo de escarbar buscando piedras y cosas raras…un hippy, vamos. Ni de coña, el hippy resultó ser el director jubilado de la escuela del pueblo, Don Expedito Ferreira, y una eminencia en la materia!!
Encantados con la casualidad, Expedito nos explicó que el camino fue absorbido por las fazendas, caminos agrícolas etc aunque que en otras ciudades sí que quedan trechos del mismo, para la próxima REO. El tío tenía hachas guaraníes de piedra que había encontrado en sus tardes domingueras de expoliador arqueológico afisionao.



Peabirú?
A la salida de Vila Rica hay una antigua capilla usada por los caminantes desde donde se divisan muchos quilómetros a la redonda y por donde cuenta la leyenda que pasa el Peabirú.

Continuamos nuestra ruta por carreteras terciarias, agrícolas,  hacia la última ciudad española que fue abandonada: Ciudad Real del Guayrá. Buscando vestigios de la época española encontramos la capilla Nuestra Señora del Perdón (muy acertado el nombre!) construida con las piedras de la antigua iglesia española y con vidrieras dedicadas al fundador de los jesuitas y a los indios también. Al otro lado del río están Paraguay y Mato Grosso do Sul. Pasar por el puente que los separa es un espectáculo pese a los controles interminables de policía.1º

El resto de la ruta fuimos siguiendo el río Paraná hasta llegar a una maravilla de la naturaleza sin parangón: Las Cataratas de Iguazú…pero eso será otro post.

1 comentario: