lunes, 13 de agosto de 2012

Yo tampoco tengo estómago para las putas

Era viernes y mis afortunados amigos de São Paulo hacía un día que me estaban esperando en Joinville, la mayor ciudad de Santa Catarina.
“No puedo salir antes de las 3 de la tarde, alguien tiene que trabajar en este país” – les dije a mis aburguesaos amiguetes, así que tras mi jornada laboral me pegué la paliza de 600 km de noche por la Sierra do Rio Turbo hasta el hotel donde me estaban esperando, ya algo mamados, mis compis del grupo de moteros. Tras los abrazos de rigor una ducha rápida, más barritas de cereal del hotel…y directos al puticlub. Total ya era la una de la madrugada.

El lupanar

No soy juez ni parte. La mayoría de ellos sólo querían echar unas risas, alegrarse la vista y vivir la fantasía de una noche de solteros ligando con monumentos rubias megaoperadas en lencería fina. Como son gente de pasta fuimos al mejor lupanar de Joinville, bastante conocido en todo Brasil aunque a nosotros el nombre no nos importe. La verdad es que las chicas eran de película de Tarantino. De origen polaco, alemán, ucraniano, alguna que otra portuguesa…todas con el pelo perfecto, la sonrisa Profidén y un culo de parar el tráfico de la M-30…pero seguía sin estar cómodo. Saber que ellas me dan charleta porque quieren mi dinero hace que mi líbido se vaya de vacaciones a Bagdad.


Mientras el whisky hacía su narcótico efecto en la fidelidad de mis compis, yo me dedicaba a admirar el local, un gigantesco club con un anfiteatro lleno de peña en pelotas y un edificio de 4 plantas anexo donde los egos saciaban sus respectivas sedes. Nuestro anfitrión, un periodista conocido de la ciudad, me señaló a una mujer diciendo: “esa es Lily, la dueña del local”.


aquí está vacío pero cuando nosotros fuimos os aseguro q el ambientillo era más pesado
A mi lo que me gusta son las buenas historias y el vino y si pueden ser las dos cosas juntas pues mucho mejor, así que me acerqué a ella y le dije:  “hola, sabes? pagaría dinero por tomarme un vino contigo y que me contases la historia de tu vida”. Supongo que el licor y el cansancio de la jornada me ayudaron a lanzarme a esa piscina, pero el caso es que a Lily le hizo gracia mi entrada y me dio su teléfono diciendo: “llámame mañana y te la cuento”.

El sábado quedamos. Pasó a recogerme en su cochazo blanco y me llevó al mejor restaurante de pescado de Joinville. Al entrar el dueño vino a lamerle el culo. 2 camareros nos hacían la pelota todo el rato y me llamaban “Doctor” mientras servían un vino de Mendoza espectacular…y aquí comienza el post.

Restaurante Martins Frutos do Mar, Joinville

Lily es millonaria, dueña de una docena de empresas y de una fortuna de cientos de millones que amasó currando como una mula desde que llegó de su Fortaleza natal con una mano delante y otra detrás hace casi 30 años. Lily es luchadora, inteligente, trabajadora incansable, poderosa e influyente como sólo la dueña del mayor lupanar de la ciudad puede serlo y a la vez es desdichada, solitaria y sin ilusión por vivir.

Posee empresas, casas, fazendas, coches, barcos, manda sobre cientos y satisface los instintos de otros miles y por eso piensa que no puede exponerse, abrirse, arriesgarse a ser vulnerable, humana. Yo tuve mucha suerte de que aceptase mi invitación en parte porque soy inofensivo. Como ella me dijo, me iría mañana y nunca la volvería a ver… ¿qué daño le puede causar un colgado que viaja en moto?

Pista de tierra de Joinville. Foto de mi tocayo con su princesa
Fui muy afortunado por escuchar sus historias y secretos, que como comprenderéis no voy a revelar aquí. Conocí una Lily que se ríe y sueña, con ganas de explorar pero que se retrae y oculta en cuanto la otra Lily regresa y me habla de sus empresas y propiedades, de cuanto ha sufrido y lo poco que ha dormido para llegar donde está. Hasta el brillo de sus ojos se apagaba cuando la segunda entraba en escena.

Rio Bonito, SC. Foto de mi compi Pepe Luís

Ella me explicó hasta qué punto es absurdo trabajar como un esclavo y amasar una fortuna si luego no hay nada que te satisfaga, nada en que gastarlo y que te haga feliz, dándole sentido a la riqueza. Ya sé que esto no es nada nuevo y tampoco soy ningún gurú New Age pero una cosa es leerlo y verlo en las pelis y otra es que una millonaria con un deportivo blanco te lo diga con unos ojos tristísimos tomando vino en un restaurante de lujo…

Maestra Vida, camara’á,
te da y te quita
te quita y te da

de Rubén Blades, el buen Doctor

3 comentarios:

  1. Buen relato! No te preocupes por explayarte a los que llegamos hasta aquí nos gusta leer y leerte. No escatimes en detalles.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Pepe.

    A veces uno se olvida de que esto es puro desahogo. No tenía muy claro si este rollo de luces rojas encajaba en el blog pero, qué carajo, el blog soy yo y me apetecía contaros esto.

    ResponderEliminar
  3. Caray que intimista,me ha gustado mucho,serio y veraz...
    Bueno que sepas que aunque no comente mucho,por aquí sigo...

    ResponderEliminar