viernes, 27 de julio de 2012

Amparo, ¿tás fumao um porro?


Hoy estamos antropológico-sociólogos, lindo palabro. La verdad es que pensaba hacer unas fotos de un pueblo chulo llamada Amparo, donde hay unas pistas de tierra cojonudas y luego ir a Analândia, que es una villa de montañeros muy graciosa. Pero no, las musas llegan cuando les sale de los ovarios y uno lo único que puede hacer es agradecérselo y escribir. Vamos al tema.

Analândia, destino de esta ruta
En Amparo, São Paulo, se celebra en julio el Festival de Invierno y Música (ein, en julio? Venga despistaos, recordad que esto es el hemisferio sur!) Es bastante folk, teatrero y popular, lo que a mi me mola, vamos.
http://www.amparo.sp.gov.br/

El pueblo fue fundado en 1829 y está muy conservado. Las casas son el típico estilo portugués que encontrarías en el Pelourinho de Salvador de Baia, todo colorines y adoquines cabrones en lugar de asfalto. El pueblo está petado a causa del festival. Tomando un zumo en la plaza del pueblo no paran de pasar coches tronantes con enormes altavoces que pregonan las virtudes de Moda Juliana, para a mais linda baiana, o Discoteca Marcelo, para levarte ao cielo.




el antiguo hospital de Grémio Português de Beneficéncia

El caso es que de repente giro una calle adoquinada y me encuentro con algo muy auténtico, uno de los mejores ejemplos que sintetizan la esencia de este país: la desigualdad. Me explico. Pared con pared, muro con muro una escuela pública amarilla y otra privada azul y metálica. Joder con el contraste.

La Escuela Pública Cebolinha reconozco que no es de las peores que he visto. Aun así sus descoloridos columpios, sus desconchados en las paredes y su monocroma pintura no eran rivales para el orgulloso Colegio Integrado Anglo, con su garita de seguridad, sus verjas de brillante acero y sus columpios a la sombra. 



Con la excusa de tener un hijo pequeño y de que estoy conociendo la zona, me enrollo con el portero y le sonsaco cuanto cuesta estudiar aquí. Me dice que primaria cuesta 450 reales al mes, unos 180 euros. El salario mínimo es 690 reales.



Nada especial, diréis con buen tino. Lo sé. Lo que me tocó los cojones fue que alguien tuviese los santos bemoles de colocar este flamante colegio justo al lado del otro, es como si les gritasen a los más humildes, “mirad y jodeos porque nunca conseguiréis ser como nosotros”. La educación básica pública es desastrosa en Brasil. La mitad del presupuesto en educación se lo llevan las universidades federales, donde para entrar hay que pasar una selectividad dificilísima que solamente aprueban, miren sus mercedes donde está el truco, los que han recibido una buena educación básica y secundaria, por ejemplo en el Colegio Integrado Anglo.

Ale, con un par

¿Lo veis, pequeños? ¿Entendéis como protegemos a los nuestros y a nuestros intereses con vuestros impuestos y sudor? Pues ale, pringaos, a protestar con los perro-flautas del 15-M y no os pongáis muy tontos que aun le recortamos a la Escuela Cebolinha su magro presupuesto.

Tras mi arrebato social, me serené solito y seguí en busca de la pista que Google me había indicado. La encontré y era magnífica, subiendo y bajando lomas rodeado de riachuelos, vacas y arroyos llenos de bambú. 

Para los amantes del GPS:  https://maps.google.com/maps?q=-22.717103,+-46.724495&num=1&vpsrc=0&ie=UTF8&t=m&z=13&iwloc=A

De repente en medio de la nada me encontré un cartel que decía: Hotel Santana, siga recto, Santana Golf Resort, derecha. Yo me decía que después de mi ataque de lucha de clase, aquello era una señal. Tenía que ilustrar como vivían los súper ricos, la super clase que lleva a sus hijos al Colegio Anglo u otro mucho más caros. Así que puse mi acento más gringo posible y me presenté diciendo que trabajo en una revista española de viajes y que quería hacer un artículo sobre el famoso Hotel Santana…y coló.

En una antigua fazenda de café, el hotel es una maravilla

Preguntando sobre que tipo de clientes frecuentaban el hotel, me dijeron que típicamente eran empresarios de São Paulo, extranjeros expatriados amantes del Spa y lunas de miel…no me dijeron en cual de los tres se encajaba el barrigudo sexagenario al que una rubia divina con un diminuto tanga le frotaba protector solar en la piscina. Debe ser que mi guía se olvidó o que yo soy un salidillo envidioso.


Fijaos si es pijo el sitio que no me quisieron decir lo que cuesta la estancia. En lugar de eso me dieron una guía preciosa con fotos y un número de teléfono al que preguntar.

http://www.hotelsantanna.com.br/


Ya tenía suficiente lujo y privilegio para unas semanas. Susana, celosa, quería que le diese caña así que seguimos por nuestras pistas de arena hasta encontrar un restaurante rustiquérrimo, decorado con ruedas de carromato y aperos de labranza donde por 41 reales nos zampamos una picanha al vino y un pavê de chocolate casero, de vuelta a la realidad.








La primera vez que me caí en una pista de arena fue intentando llegar a Analândia. Esta vez esperaba que fuese diferente porque había visto el vídeo de entrenamiento de BMW y me acababa de hacer la ruta de tierra del Parque Carlos Botelho con mi compi José Luis...tampoco no llevaba a nadie en el asiento de atrás como la primera vez, duh!
Hermano árbol





Ahora, con el orgullo de haber recorrido las pistas de Amparo, me enfrenté a mi miedo a la arena en un intento por llegar a la Piedra Viva, meta de esta ruta hacia Amparo...Pozí.



Y llegamos sanos y salvos, pardiez! Por cierto, ese puntito que se ve arriba a la derecha es una personita que con un par se subió tooooda la pared y que ahora está gritándole al viento cuanto se alegra por estar viva...


2 comentarios:

  1. Pues qué cierto es eso de que te estaba quedando una crónica chula... Y eso que yo iba al público y lo mismo se me ha escapado algo...

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