domingo, 2 de diciembre de 2012

Mi abuelo era carretero y de tal palo tal motero

Recuerdo con cierto romanticismo que mi abuelo me contaba historias de cuando iba con su carro de bueyes vendiendo vino por los pueblos de alrededor. También creo recordar la cara de orgullo de mi padre cuando mi abuelo nos contaba como lo llevaba en el pescante del carro, pasándoselo pipa como el crío que era en esa época.



El comienzo de la Estrada Real en Paraty
Restos del camino original a la vera de la carretera

Ayer fue un día de carretero; de sudor, agallas y miedo pero con el orgullo de quien llega a su destino con la carga intacta. Mi abuelo se me apareció tras 4 ó 5 horas de pista, en un momento dulce durante un trecho muy fácil y bonito de la Estrada Real. Tras una subida bastante larga, llegamos a un alto desde donde se veía la ciudad de Cunha. Paramos para hacer una fotaza y gritarle un poco a las vacas y ahí precisamente me acordé de mi yayo, de su carro de vino y de lo orgulloso que estaría de su nieto si pudiese verme desde donde quiera que esté.

En este lugar nos vino a la memoria mi yayo. Siempre tuvo buen gusto el viejito

Los carreteros que hacían la Estrada Real eran gente curtida y dura. En aquella época una vida valía una higa y la Estrada con sus cuestas, bichos peligrosos y barrancos se lo recordaba constantemente. 





En esta mini REO nos habíamos propuesto seguir la ruta original lo máximo que pudiésemos. Eso implicaba subir la Serra do Mar por la pista de Paraty-Cunha, algo clasificado como “intransitável” por la DGT brasileña. Es una pista llena de agujeros y piedras como sandías. Para colmo atraviesa una selva virgen y la humedad en ella es de casi el 100% relativo, con lo que el firme es cualquier cosa menos eso, firme.


mola para las fotos y tal pero para pilotar es una putada

Al más puro estilo Miquel Silvestre, empezamos a subir sin saber si podríamos atravesarla o tendríamos que volvernos derrotados, en el mejor de los casos, o con algo roto en el peor.


Ahora, a toro pasado, podemos decir que valió la pena. Las vistas y emociones que tuvimos fueron extremas. Nos caímos, nos levantamos, nos cagamos de miedo, nos maravillamos ante la brutal y poderosa naturaleza que nos rodeaba, todo en la hora y media que tardamos en recorrer…10 kilómetros!! Así de chunga es la pista.



Estas aventurillas son una buena escuela de vida. Se pasa del infierno al paraíso en apenas unos kilómetros. Cuando estaba en el suelo lleno de barro me preguntaba qué carajo hacía allí, porqué me meto en estos berenjenales y me juego el tipo cuando podría estar tranquilamente en la playa poniéndome morao a cerveza y espiando bikinis. 


en las zonas más chungas, parar significaba caída segura.


Estaba caído en una de una poza de barro de la que no conseguía salir. Tras dos intentos estaba extenuado, las gafas y la ropa encharcadas del sudor por la humedad…de mala leche conmigo mismo hasta que me di otra oportunidad. Había unas piedras negras a la izquierda, restos de algún intento de asfalto. Si conseguía llegar a ellas tendría unos metros de agarre con los que ganar velocidad y salir del lodazal. Y lo conseguí! De nuevo al paraíso, sube y baja de emociones. Vamos, como la vida misma.


un oasis: en medio de la pista esta barraquita donde vive un pareja  mayor que vende pasteles caseros de queso con banana y azúcar. A gloria bendita te saben!!

Tras subir la Serra do Mar llegamos a la bajada hacia Cunha. Donde antes sólo había niebla y barro nos encontramos con un cielo azul y un paisaje de cientos de kilómetros (otro paraíso súbito!) Si yo estaba contento y satisfecho de mi pequeña hazaña de unas horas, ¡imaginad lo que sentían aquellos muleros cuando llegaban a este punto! No es de extrañar que precisamente aquí se construyese en 1724 la iglesia y el cementerio de São José da Vista.


Unas señoras secaban unas ramas de palmera con las que hacen artesanía y cestería

La Estrada Real original se solapa frecuentemente con carreteras asfaltadas, así que para los peregrinos que la hacen a pie o bici, que son cientos, existen placas que marcan cuando se separa de la carretera y cientos de mojones que jalonan la vía, explicando la historia de ese punto y la distancia hasta el próximo poste.



Decir que es un camino bucólico sería decir poco. Pese al barro y la dificultad, las vistas y el saber que estás pasando lo que ya horadaron cientos de carreteros, esclavos, peregrinos, soldados, putas, viajeros… en fin exploradores de su época, saber esto le da un significado especial al viaje. Imagino que es por eso que lo recorren cientos de brasileños que quieren rendir tributo a sus raíces.


Qué se sentirá viviendo en un sitio así?

Tras Cunha y Lorena, comienza el ascenso a la Sierra da Bocaina. Aquí la vía original fue asfaltada y es una carretera estupenda con miradores y críos que te ofrecen frutas de jaboticaba en cada parada. Es curioso como vemos lo que buscamos. A base de investigar y documentarme consigo encontrar rasgos guaraníes en mucha gente. A veces tengo la suerte de poder charlar con ellos y al preguntarles descubres que su tío era de origen indígena o que su bisabuelo era de la tribu talicual. El mestizaje por aquí fue tan común que hace poco publicaron un artículo oficial diciendo que más de la mitad de los brasileños tienen sangre negra o indígena. Ahora se entiende porqué esta gente es tan guapa. Chúpate esa Arzálluz!!


Mi compi Agnes. Modelo, motera y con sangre guaraní además de la obvia mulata. fijaos en sus ojos e imaginárosla bailándole a Ñanderú-Tupã!!

Tras un día extenuante aun nos quedaba la última prueba. Por cabezón sigo sin usar GPS así que haciéndole caso a los mapas del Googlemaps me perdí de nuevo. Quedaba menos de una hora de sol y tenía dos opciones para llegar al destino, la mística São Thomê das Letras: o 40 km de carretera de tierra mojada o 2 horas y media de aburrido asfalto. No hace falta que os diga lo que decidí J.

A mitad de camino de la Sierra de la Bocaina

Envalentonado con mi periplo hasta entonces, apreté los dientes y algo más para encarar la pista todo lo rápido que pudiese intentando aprovechar el poco sol que quedaba. Mi yo racional me repetía lo que aquel amigo bróker italiano me decía: “los éxitos pasados nunca son garantía de éxito en el futuro”, todo una lección de Zen o de especulación bursátil, tú eliges. Al final llegamos casi intactos, justito para el ocaso ahítos de tierra, alegría y con apenas la matrícula y un faro roto a causa de tanto tembleque y salto. Objetivo cumplido!!


llegando al fin a São Thomé das Letras

Este post se lo dedico a Roberto de viajoenmoto.com, por el currazo que se da en su blog y en su podcast y por las risas que me he echado con su serie de posts “Sé un auténtico motero”.
Roberto, a ver si me mandas unas pegatinas de Asturias, que nunca he estado y quiero vacilar por aquí de ser un auténtico viajero!!


Qué bien nos lo "pasemos"!!

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