Los portugueses son geniales poniendo nombres. O se les va la olla
exagerando (como llamar comisaria a las azafatas de avión, doctor a cualquier
menda con un título de abogado, dentista o fisioterapeuta) o no se calientan la
sesera y te ponen cosas como Cordeirópolis, Teresópolis o directamente Minas
Gerais, minas en general, vamos, porque resultaba que estaba lleno de ídem,
cuajadito de oro y diamantes hasta el punto en que la ciudad de Ouro Preto la
plata llegó a valer más que el oro.
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Entrando en Minas Gerais en el pueblo de Ouro Fino, tierra de buenos mozos |
Durante los años locos de los descubrimientos y exploración de los
territorios de Minas Gerais, Bahia y Mato Grosso se fueron creando vías de
comunicación con la capital, Rio de Janeiro, y con otros puertos importantes
como Paraty. Las más importantes de estas carreteras se llamaron Estradas
Reales y por ellas fluyó la riqueza de esta tierra hacia Europa.
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Andrelándia, donde dormimos en el post anterior, con su iglesia colonial al fondo |
A la vera de estas Estradas florecieron villas y ciudades muy
prósperas. Ciudades como Ouro Preto, Ouro Branco, Diamantina (¿no os dije que
se mataban con los nombres?) fueron importantísimas paradas. Al igual que
pasaba con los virreyes y gobernadores españoles, los Capitaes y Coroneis portugueses
se peleaban a saco entre ellos por conseguir las prebendas y derechos de paso
de estas rutas. A partir del siglo XVIII estalló una auténtica fiebre de oro y
codicia que transformó totalmente esta tierra al colonizarse gran parte del
actual Brasil.
Llegamos a la Estrada Real en el pueblo de São Lourenço, ya en Minas Gerais.
Me pareció algo proverbial porque precisamente aquí tiene lugar el mayor
encuentro de motos de todo Brasil, el Megacicle (
www.megacycle.com.br). El pueblo está
llenito de manantiales de agua, como toda esta región y de adoquines asesinos
que pavimentan el suelo y te los ponen de corbata por lo resbaladizos que son
(como en toda la región).
La Estrada está jalonada de postes como el de la foto que te indican
donde estás y la distancia a la próxima localidad. En Brasil esto es una
peregrinación parecida a nuestro Camino de Santiago pero con un toque histórico
ya que las ciudades más viejas del país se encuentran a lo largo de la misma.
La ruta es un regalo. Curvas suaves entre cafetales, barrancos y
cerros tapizados de verde. Pequeñas villas donde la peña te saluda al pasar,
caipivaras que se te cruzan (esta vez no hay cabras!) y un montón de sitios
donde pararte a disfrutar de la vista.
Llegamos a mediodía a una de las joyas de la corona: São João del Rey,
así en español. La ciudad nació al rebufo del oro y es patrimonio histórico.
Está cuidadísima y muy bien conservada como podéis ver. Es una reliquia del
siglo XVIII, fundada en 1701 y epicentro de un pasaje muy sangriento de la
historia brasuca: la Guerra dos Emboabas.
A finales de 1600 los bandeirantes paulistas exploraron la región de
Minas Gerais y descubrieron oro a punta pala, reclamando la propiedad de estas
tierras. Con la fiebre dorada empezaron a llegar miles de portugueses,
pernambucanos y bahianos a quienes los paulistas llamaban despectivamente “Emboabas”,
palabra tupí que puede significar peludos o extranjeros, no está muy claro el
tema.
Hay que entender que estas tierras eran totalmente salvajes. No había
carreteras, ni agricultura ni infraestructura. Una alqueira de harina que
costaba 640 réis en São Paulo en Minas llegaba a los 43.000!!.
Tampoco había mucho sentimiento de nación. Los paulistas llamaban a los
pernambucanos de “extrangeiros”, con eso os hacéis idea de como estaba el
ambientillo por el 1707…hasta que pasó lo pasó, empezaron las tortas.
Bandeirantes y emboabas empezaron a matarse, al principio despacito, en riñas
de taberna y lupanar, después en público en plazas y campos y por último
organizados en batallones que se disputaban las villas, minas y fazendas de
ganado, la otra gran commodity en disputa.
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puente precioso y viejuno, viejuno |
No sé si fue porque el Rey quería quitarle poder a la muy influyente São
Paulo pero el caso es que al final les quitó su apoyo y los paulistas fueron derrotados de modo que aquellas
tierras ganaron una capitanía propia, la de Minas Gerais, que se convirtió en
la más rica del imperio gracias al oro que fluyó hacia Portugal. Los Mineiros,
muy listos ellos se inventaron una estupenda excusa para quedarse con más oro
construyendo iglesias a cascoporro y revistiéndolas con retablos de oro,
cálices y un montón de objetos áureos con la justificación de que aquello era
para Dios y así el rey no podía quejarse…una putada para el pobre monarca que
no podía costearse así sus cacerías de elefantes y leones en Angola.
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Retablo de oro de Na. Sa. del Pilar...la Pilarica! |
La guerra se acabó con la infausta matanza de 300 paulistas que se
acaban de rendir bajo juramento de que se les perdonaría la vida y franquearía
la retirada hasta casa. Nada más entregar las armas los pasaron a cuchillo en
un lugar que se llamó desde entonces o “Rio das Mortes”.
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Estatua en honor a los Emboabas...la historia siempre la escriben los ganadores |